miércoles, 21 de enero de 2009

Cesáreas innecesarias

¿Parto natural o cesárea? ¿Quién decide? ¿La mujer, dueña de su cuerpo, a quien no se le aclaran todas sus dudas con referencia al parto o es una cuestión de economizar tiempo y ganar dinero por parte del equipo médico?
Es alarmante el elevado número de cesáreas que se verifican a diario en distintos medios asistenciales. Cualquier mujer puede hacer una pequeña encuesta sobre cómo fue el último parto de amigas, parientes, conocidas, o simplemente eligiendo al azar a las mujeres que la rodean en una plaza, por ejemplo, mientras pasea a su pequeño. Seguramente se asombrará ante una cifra que no esperaba.
En nuestro medio podemos así encontrar un alto porcentaje de partos terminados en cesárea. En el ámbito de las obras sociales sindicales o estatales, así como en la medicina prepaga o privada, los porcentajes superan holgadamente el 40%, pudiendo llegar a cifras del 60% o más. En el hospital público las cifras se encuentran alrededor del 25%. La OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que el porcentaje de operaciones cesáreas no debe superar el 15%. Hay países, Holanda por ejemplo, donde esa cifra está lejos de ser alcanzada, teniendo a su vez los mejores índices de salud vinculados al parto y el nacimiento.
La operación cesárea es una intervención quirúrgica por la cual se extrae al niño por nacer del útero de su madre a través de una incisión que se practica en al abdomen, que generalmente se hace horizontalmente, justo por encima del vello púbico. Atravesadas las distintas capas del abdomen (piel, tejido celular, aponeurosis, músculos) se llega a su interior y abierto el útero, se toma al niño, produciendo su nacimiento. Luego de la extracción de la placenta, se cierran los distintos planos hasta la piel. Esta operación se realiza la gran mayoría de las veces con una anestesia peridural, que permite a la madre estar conciente.
¿Cuáles son las situaciones que llevan a esta terminación del parto?
Pueden ser alteraciones graves de la salud de la madre (hipertensión, diabetes, etc.), problemas vinculados al medio ambiente donde se desarrolla el bebé (placenta previa, tumores uterinos, etc.) o alteraciones del bienestar fetal (por ejemplo, sufrimiento fetal por falta de oxígeno).
¿Pero es posible pensar que más de la mitad de las mujeres y los niños por nacer atraviesen dificultades o sean incapaces de atravesar un parto vaginal?
¿Cuáles son las razones por las que podemos pensar que existe este elevado porcentaje de cesáreas?
En principio debemos mencionar al procedimiento habitual de asistencia, como la mayor fuente de estas cesáreas innecesarias. Las internaciones precoces, sin que efectivamente la madre esté en un franco trabajo de parto, suelen ser una causa inicial de un proceso que desembocará en una cesárea innecesaria.
"Hay un problema con el cordón", "tu bebé es demasiado grande", "el cuello del útero no está bien preparado", "estás con dilatación y sin contracciones", suelen ser frases muy conocidas que impulsan una internación al término del embarazo.
Cuando esto ocurre y aún cuando hay un trabajo de parto iniciado, se inicia el procedimiento de atención denominado conducción médica del parto.
Esta conducción altera la fisiología espontánea del parto y consiste en una serie de intervenciones que afectan no sólo en el plano biológico, sino emocionalmente a la madre. Enemas y rasurados vulvares, goteos con ocitocina (hormona que provoca mayor cantidad y mayor intensidad en las contracciones del útero, incrementando el dolor y la incomodidad) innecesarios. Rotura artificial de la bolsa, inmovilización de la madre con monitoreos continuos y permanentes que la obligan a estar acostadas la mayor parte del tiempo. Las anestesias peridurales, que mayoritariamente se realizan sin demanda de la mujer, y finalmente la obligada posición acostada con las piernas colgadas para el nacimiento del niño.
Este dispositivo asistencial, que fuerza un proceso que tiene sus propios tiempos fisiológicos y su propia dinámica emocional, produce con frecuencia dificultades anímicas y biológicas en la madre, que finalmente debe aceptar las consecuencias de este exceso de intervención: alteraciones en la dilatación, en las contracciones y en el bienestar del niño, que es llevado por estos procedimientos a situaciones de sufrimiento por falta de oxígeno que tornan "necesaria" la cesárea. Esta secuencia de intervenciones forma parte de ese modelo de medicalización, que además responde a cuestiones de "economía": la necesidad de atender la mayor cantidad de partos en el menor tiempo. Una cuidadosa atención debe privilegiar el acompañamiento, tanto por parteras como por obstetras calificados, que respondan a las necesidades de madres y niños de respetar sus propios tiempos biológicos y emocionales, sin apuros y sin estímulos que no hayan sido solicitados. Este respeto reduciría significativamente el número de cesáreas innecesarias. Y una condición esencial es la compañía por parte de quien la mujer elija como su vínculo afectivo más cercano, durante todo el trabajo de parto.
Es un importante desafío reducir esa cantidad de cesáreas innecesarias, ya que no son inocuas, a pesar de los adelantos de la cirugía y la anestesia, que las tornan en general seguras. La mayor parte de dificultades tiene que ver con los problemas infecciosos post-quirúrgicos y los potenciales riesgos en los futuros embarazos.
En ciertas circunstancias, y para aquellas mujeres que valoran altamente el parto vaginal, una cesárea plenamente justificada será bienvenida, y no deberá ser vivida como una frustración.
Pero es importante considerar a la cantidad de mujeres en las cuales se generan sentimientos de avasallamiento luego de la experiencia de su parto seguido de una cesárea. Con frecuencia perciben que la cadena de intervenciones que recibieron fueron innecesarias y realizadas en forma compulsiva, acrecentándoles el dolor y el malestar. El resultado en el cual desembocaron les deja profundas dudas y en un próximo embarazo se acercan buscando alternativas a aquello que percibieron y que expresan con angustia: "creo que me hicieron una cesárea innecesaria"

• Dr. Carlos Burgo
Ginecólogo y obstetra

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